Hay discusiones que son recurrentes. Lógicas que se contraponen. Dinámicas que se entrecruzan. Me refiero a la existencia de las empresas: 1) la capitalista y 2) la social y solidaria. La primera tiene como objetivo principal la maximización del beneficio o las ganancias en un marco de propiedad privada. La segunda, se orienta a objetivos sociales, ambientales y comunitarios más que a la maximización del beneficio económico privado.
Para conversar sobre el tema de la economía social y sus aportes a la transformación de la sociedad, acaba de realizarse el VII coloquio del CIRIEC, Centro de Investigación Documentación e Información de la Economía Pública, Social y Solidaria de Colombia. Vale la pena aclarar que la economía social es diversa y abarca un amplio espectro de organizaciones y también personas que trabajan juntas para promover un modelo económico alternativo, justo y sostenible.
En este coloquio se machacó insistentemente que este tipo de economía pone como prioridades a las personas y al planeta. Tiene valores y principios orientados al bienestar social, la sostenibilidad, la cooperación y la equidad. En la diversidad de actores que la constituyen están entre otros: 1) Cooperativas de Trabajo Asociado, 2) Cooperativas de Ahorro y Crédito, 3) Cooperativas de Consumo, 4) Asociaciones Civiles sin fines de lucro que trabajan áreas de educación y cultura, 5) Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), 6) Fundaciones Filantrópicas, 7) Empresas de Economía Circular y Solidaria como las de los recicladores.
El abanico es plural y numeroso. Muchas veces su impacto es minimizado por la creencia equivocada de que la empresa son las grandes y lo que se hace en los territorios por estos actores sociales y solidarios no son importantes. Ejemplos hay muchos. Se resaltó el modelo de Colanta como referente relevante de este tipo de economía, especializada en la producción y comercialización de productos lácteos, cárnicos y agrícolas.
En el Tolima la importancia y perspectiva en la transformación del territorio es indiscutible. Hay asociaciones de productores por doquier. ONGs en cantidades. Cooperativas en menor número pero enormes potencialidades para su constitución. Hay discusiones problematizadoras sobre el sentido de pertenencia de las personas que conforman este sector social. Intriga la pregunta generalizada de cuantos asociados realmente son activos y se consideran partícipes de sus respectivas asociaciones o cooperativas.
Conviene en este punto hacer un recorderis de una cooperativa que marcó un hito en la región: Cooperamos. Con su objetivo de ahorro y crédito, trascendió posicionándose como la entidad que animó y promovió el desarrollo regional. Importante fue la publicación de su revista Signos y hechos con debates y posturas sobre la necesidad de impulsar un proyecto político de región. La realización del curso internacional con el ILPES, Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planeación Económica Y Social sobre diseño de estrategias para el desarrollo del Tolima.
El VII coloquio del CIRIEC fue un gran espacio para dejar gravitando en el universo inmaterial de las ideas de los asistentes, la vigencia, pertinencia y necesidad de la economía social para transformar los territorios. Esta reflexión es un abrebocas para conversaciones en nuestra región.