Se podría decir que es un personaje exótico del sur del Tolima. Es flaco, desgarbado y de un estilo aparatoso que llama la atención. Anda con un sombrero de paja y un chaleco que dice Sentipensante en el pecho. Tiene un mostacho respingado que lo asemeja a un famoso pintor. Se mueve con desenvoltura en las lomas empinadas del municipio de Rioblanco. Saluda a casi todo el mundo, especialmente a los campesinos que le manifiestan aprecio cuando le responden. Se nota que es una persona reconocida y apreciada por la gente, particularmente la del campo con la que comparte sueños y esperanzas de un mejor futuro.
Participó en un taller realizado por Tolipaz en el mencionado municipio el pasado fin de semana. Desde que vi las fotos del desarrollo del evento, me percaté de que había un participante peculiar. Cuando llegué en el segundo día de trabajo pude verlo y relacionarme con él. Es locuaz, dicharachero y muy inteligente. En las primeras de cambio me habló de sus estudios y de su convicción por el trabajo social con la gente del campo. Su recorrido por varios puntos de la geografía nacional le da un bagaje y conocimiento de diversas regiones del país.
Habla con pasión de las organizaciones sociales y comunitarias. Conoce mucho del campesinado y los procesos productivos de Rioblanco, de hecho me contó que hacía parte de una organización de productores de cacao y su cambio a chocolate con buenas prácticas. Tuvo la generosidad de relacionarme con la presidente de una organización productora de cacao, una mujer joven con una sabiduría sobre el cultivo, su transformación, sus expectativas de mercado y sus problemáticas.
Él mismo, sin ser productor cacaotero, juega un papel importante en su organización y ya anda en las lides de su comercialización como chocolate orgánico producto de una transformación artesanal. Es tan persuasivo en cada cosa, que termina siendo un vendedor de lo producido por esta asociación. Ah! Cierra la venta luego de hacer una demostración de prueba de su producto. Un chocolate exquisito hace milagros para acabar de convencer a un cliente reticente.
Además de ser un fervoroso promotor de los derechos de los campesinos, me contó que era instructor de teatro con niños y niñas, en un trabajo de puro voluntariado, pues no recibe ningún ingreso por esta labor. Él mismo se reconoce como actor que interpreta varios personajes, algo que pude comprobar en nuestra interacción.
Ha sido obstinado y perseverante con un proyecto cultural de televisión en las redes: Sentipensante tv. Hace en vivos hablando a través de un personaje campesino de su creación, con unas características de alegría, imaginación e inteligencia, a través del cual hace preguntas incómodas necesarias y puede poner en calzas prietas a sus entrevistados, seguramente por ello algunas personas huirán de estas invitaciones a conversar. Un trabajo hermoso hecho con amor con su compañera, la camarógrafa, la única persona que lo acompaña haciendo maravillas estéticas con sus encuadres a través de un celular.
Compartimos una conversación larga para hablarme también del escritor que lleva por dentro, de su labor creativa literaria a través de microcuentos, relatos y poesía, donde pone en el papel, el universo febril de sus ideas. Todo un artista abrazado a la causa social y comunitaria.
Nos despedimos bien entrada la tarde. Andaba con el chocolate que vende para sufragar los gastos de su familia que crecerá muy pronto. Lo dejé con sus sueños en el municipio que ha elegido para el desarrollo de su trabajo. Con su bolsa de plástico y sus chocolates, nos prometimos más conversaciones y encuentros. Mientras abandonaba su municipio, me vine pensando: qué bueno que el Tolima fuera tierra fértil para este tipo de soñadores.