Imagen propia: Cañón del río Cucuana (2021).
Por: Hugo Rincón González
“Tenemos todo para salir adelante en el municipio de Roncesvalles. Somos un paraíso con muchas cosas bellas que merecerían ser conocidas por la gente de la región, del país y el mundo; sin embargo, de qué nos sirven las riquezas naturales si las personas evitan venir por el pésimo estado de la carretera”, decía con un tono emotivo un habitante del sector rural, en el marco de una reunión para presentar un proyecto entre la Gobernación y Tolipaz, el pasado fin de semana.
Se habían congregado cuatro asociaciones de productores de papa, tomate de árbol, tomate chonto y aguacate hass. La mayoría de los asistentes eran mujeres, poniendo de presente el enorme valor de la participación femenina en los procesos sociales y productivos. Venían a escuchar y hablar acerca del proceso que las dos instituciones referidas van a desarrollar para fortalecer sus capacidades asociativas, productivas y comerciales. Cada organización ha venido trabajando de la mano de Tolipaz desde hace tres años y junto con otras más, promovieron procesos de incidencia política para que sus propuestas quedaran consignadas en los programas de gobierno y en el plan de desarrollo de la actual administración.
La propuesta fue recibida de buena forma, con entusiasmo porque les ofrece apoyo en temas pertinentes, sin embargo, se presentó una reflexión muy importante acerca de lo que los teóricos del desarrollo denominan la competitividad territorial. Sin ser expertos, los asistentes saben que el tema de la conectividad es su talón de Aquiles. Con esa sapiencia popular expresaron la complacencia y el orgullo de ser de Roncesvalles. Exaltaban sus páramos, su riqueza hídrica con los ríos Cucuana y Cucuanita; su avifauna, especialmente, el loro orejiamarillo, emblema del municipio; su importante producción láctea que les permite fabricar el mejor quesillo y queso campesino; la gran producción agrícola de papa criolla, mora, gulupa, curuba y fríjol entre otros.
Todas estas bondades expresadas con orgullo, deberían tener a Roncesvalles como un municipio próspero y desarrollado. Algunos manifestaron que este municipio tiene una belleza incomparable, superior a la de Salento en el Quindío, lo que permitiría que el turismo de naturaleza, la observación de aves y el turismo rural fueran una fuente vital de generación de riquezas.
Este paraíso, encumbrado en la parte alta del centro de la cordillera central en el departamento del Tolima, es desconocido por una mayoría de tolimenses que miran al eje cafetero como espacio para el disfrute del turismo, y ni que decir de los colombianos y extranjeros que ignoran su existencia. Es uno de los pocos municipios que no poseen una vía de acceso pavimentada y sus 133 kilómetros que hay desde Ibagué hasta llegar al casco municipal se vuelven una pesadilla durante seis horas o más.
Roncesvalles merece mejor suerte. Invertir en el mejoramiento de las vías terciarias y la pavimentación de la vía secundaria que permitiría llegar en menos tiempo al centro urbano es un imperativo que aceleraría el desarrollo económico de esta región. Con la firma del acuerdo de paz en noviembre de 2016, el orden público mejoró sustancialmente permitiendo que los turistas sientan seguridad al llegar. Desafortunadamente este paraíso quedó excluido de los PDET y por ello la inversión gubernamental es famélica, impidiendo el despegue en su desarrollo integral territorial.
La reunión finalizó; mientras transitaba de regreso por ese tramo entre Playa Rica y Rovira, un verdadero viacrucis, pensaba en la razón que tienen los habitantes de Roncesvalles al manifiestar que históricamente su municipio es la combinación paradójica entre una belleza excepcional y el olvido estatal, propio de la Colombia profunda y olvidada.
La tarea pendiente para los gobernantes es poder combinar la belleza y el desarrollo integral de este bello municipio.