Permaneció agazapado. Buscaba el mejor momento para emerger. Es como si quisiera emboscarme para que fuera imposible no verlo. Estuvo buscando su oportunidad. Tuvo paciencia sabiendo la larga fila que había antes de él. La competencia por el interés era intensa. Así fue como decidí que había llegado el momento de leer a Martín Franco Vélez, periodista que se atreve a escribir la historia de su familia, centrada en el personaje que le da nombre al libro: La sombra de mi padre.
Refundido en mi biblioteca y tras dos años desde que lo adquirí, decidí que había llegado el momento de leerlo. Todo llega en el momento que toca. En 135 páginas el autor nos narra las relaciones complejas que se construyen en las familias. En éstas, hay componentes que juegan un papel preponderante como si fueran un sistema, para el caso de esta narración son su padre y su abuelo. La relevancia está dada por ser los personajes sobre los que gravita la historia y la impronta que le dan a la familia.
La novela se empieza a contar desde los comienzos del año 2014, cuando Franco Vélez regresa a Manizales, con el propósito de acercarse de nuevo a su padre para sanar heridas del pasado causantes de dolor y distanciamiento. En una prosa ágil y sencilla, nos empieza a narrar la estructura de su familia, sus privilegios, sus orígenes, su infancia, juventud, hasta llegar al momento en que finaliza el libro, en una historia que el autor reconoce se sigue escribiendo.
Hay sucesos que se presentan para poner de presente que las enfermedades mentales hoy están presentes con mayor frecuencia. Nos cuenta la depresión de su hermano que creciendo con privilegios parece no encontrarle sentido a la vida, lo que lo lleva a vivir un episodio de intento de suicidio. Se interroga el autor citando el texto denominado el demonio de la depresión de Andrew Solomon, “¿Por qué no se estigmatiza a una persona que debe tomar una medicina contra la insuficiencia cardiaca o inyectarse insulina para la diabetes?, lo que si ocurre con los que consumen medicamentos siquiátricos.
Hay un profundo y sentido cuestionamiento a la adicción por el alcohol y como éste nos hace otro tipo de personas. Por ser un tóxico que irrita la corteza cerebral transforma radicalmente al bebedor llevándolo a actuar de maneras inesperadas y violentas. Cuestiona el machismo igualmente cuando afirma que: “…que ser macho no es tragarse el dolor y aguantar; revelar la tristeza, exponerla al escrutinio público, no nos hace débiles, al contrario, es más fuerte quien acepta su fragilidad que aquel que la esconde y la sufre en silencio”.
La sombra de mi padre nos presenta la estructura patriarcal de los viejos de antes, su conservadurismo político, su reciedumbre y su interés de que sus hijos repliquen esos modelos. Es un texto íntimo, descarnado, nostálgico, aparece la rabia, los distanciamientos originados por los conflictos y las reconciliaciones necesarias para seguir viviendo.
Qué tan dispuestos estamos a perdonar las faltas de los otros a los que amamos y qué apertura tenemos a recibir los legados de los padres a los hijos, son aspectos que quedan flotando en este libro. Ante la ineluctabilidad de la muerte que nos toca a todos, es mejor abrazarnos, reconciliarnos, tratar de vivir lo mejor que podamos, disfrutando cada momento y a cada persona que nos quiere y a las que queremos.
La sombra de mi padre cruza de emociones al lector, le trae recuerdos, le propicia nostalgias y lo lleva a las lágrimas en algunos apartes, pero también nos anima a escribir la historia de cada una de nuestras familias y de nuestra vida.