Colombia ha sido un país que históricamente ha vivido un conflicto armado. En las últimas décadas la guerra ha sido el producto de la confrontación de diversos actores irregulares y la fuerza pública en los territorios, con una afectación enorme sobre las comunidades y organizaciones que ven cómo los grupos armados imponen sus normas, violando los derechos humanos y produciendo grandes desplazamientos.
Durante la década de los noventa surge una iniciativa de la sociedad civil que permite la creación de la Corporación Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, como entidad que promovió el Programa de Desarrollo y Paz de esta región. Inició su trabajo en 1995 en 32 municipios, adscritos a 4 departamentos: Antioquia, Cesar, Bolívar y Santander. Fue una iniciativa de la Unión Sindical Obrera, USO, Ecopetrol, la Diócesis de Barrancabermeja y el Centro de Investigación y Educación Popular -Cinep-. Se buscaba resolver los altos niveles de pobreza en una región rica en recursos naturales y los altos índices de violencia por la presencia de los actores armados y las relaciones sociales.
El Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, con la dirección del sacerdote Francisco de Roux, actual presidente de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad -CEV-, desarrolló su labor alrededor de unos principios éticos, entre los cuales están: 1) Proteger y garantizar la vida: “primero la vida”, 2) Trabajar por la paz, afirmando la seguridad humana y los derechos humanos integrales, 3) Promover el desarrollo donde la gente pueda expresar y compartir su dignidad en la vida querida, 4) Estar al lado de las víctimas y reconstruir la convivencia, 5) Cuidar la naturaleza, entre otros.
Esta iniciativa de trabajo por la paz en el Magdalena Medio sirvió de referente para el surgimiento de otros Programas de Desarrollo y Paz en varias regiones del país. Se crearon en el Magdalena Centro, Cesar, Meta, Caquetá, Urabá, Valle, Vichada, Huila y también en el departamento del Tolima.
Luego, en el año 2002, se crea la Redprodepaz que es la Red Nacional de Programas Regionales de Desarrollo y Paz, un sistema de coordinación y articulación de organizaciones de la sociedad civil (programas, entidades de apoyo y redes de pobladores de las regiones), en la que se prioriza el valor de la vida y se impulsan estos procesos regionales.
Mención especial se debe hacer a la participación de la Iglesia Católica, quien ha estado jugando un papel relevante en el trabajo por la paz y en la creación de los programas de desarrollo y paz en varias regiones, entre ellas, el departamento del Tolima, en el que desde 2003, la Curia Arzobispal ha sido un promotor e impulsor incansable de Tolipaz, una institución que ha trabajado en 31 de los 47 municipios.
Los programas de desarrollo y paz han tenido un gran respaldo y apoyo en la comunidad internacional. La Unión Europea, desde la constitución del primer programa, ha financiado muchas iniciativas, dentro de ellas los Laboratorios de Paz. Con esos recursos se han realizado procesos de fortalecimiento organizativo, programas de derechos humanos, proyectos productivos sostenibles para mejorar los ingresos de las familias más vulnerables, mejoramiento de las competencias de líderes y lideresas, entre otros.
La semana anterior los programas de desarrollo y paz realizaron la Asamblea General de la Redprodepaz de una manera virtual como se estila en estos tiempos de pandemia. Aprobaron su marco de acción estratégica, definieron un horizonte de trabajo hacia el 2030 y produjeron un nuevo manifiesto, donde se reafirma el sueño de la vida querida para Colombia; “una vida con dignidad y equidad, cuidadora de la casa común y construida con persistencia a partir del diálogo incluyente en cada una de nuestras regiones, por ser la manera más acertada de promover la gestión compartida del territorio en la construcción de la paz”.
El trabajo de los programas de desarrollo y paz habitualmente no se amplifica a través de los medios masivos, pero sin duda han sido fundamentales en la construcción de un país menos violento, más equitativo, participativo y democrático. Esa es la obra a continuar.
HUGO RINCÓN GONZÁLEZ