Parecía una alucinación la puesta en escena. Ocurrió esta semana que acaba de pasar en el estudio Warner Bros, Discovery de California. Con luces y un despliegue sensacional de tecnología, Tesla y su CEO Elon Musk presentó sus últimos avances: el esperado Robotaxi, la Robovan y la nueva versión de su robot humanoide Optimus. Los adjetivos fueron muchos para celebrar la admiración y fascinación de los espectadores en el escenario y ahora en el mundo por los avances disruptivos de esta empresa. Todo fue interesante y muestra la innovación y la ambición al límite.
Se presentó el prototipo del Cybercab, el vehículo autónomo basado en inteligencia artificial para la navegación. Sin volante ni pedales, se estima que cueste menos de 30.000 dólares. Se calcula el costo medio de funcionamiento en sólo 0,20 dólares por milla. Toda una revolución. La Robovan, otro vehículo autónomo con capacidad para 20 personas. Con un diseño moderno, muchas luces y cámaras en su interior podría llevar un equipo de fútbol completo.
La producción en serie del Cybercab podría comenzar en 2026, posiblemente antes. Musk declaró que Tesla pretende comenzar la conducción autónoma completa (FSD) sin supervisión en Texas y California el año que viene, utilizando el Model 3 y el Model Y. Aquí gravitan preguntas de este tenor: los conductores de vehículos serán reemplazados en algún momento? Podremos adaptar las ciudades nuestras para este tipo de desarrollos?
Su robot humanoide Optimus es una versión mejorada que podría llegar al mercado muy pronto. Este robot con brazos y piernas está diseñado para ayudar a los humanos en todo tipo de tareas. Puede ser un maestro, cuidar a tus hijos, pasear a tu perro, cortar el césped, servir comidas y bebidas o simplemente ser tu amigo. Ya está en cada uno de nosotros permitir si quiere este tipo de amistades.
Más allá de la espectacularidad del lanzamiento de Tesla y de la constatación de que hay una aceleración inusitada de la Inteligencia Artificial, gravitan interrogantes y reflexiones problematizadoras. Hasta donde la tecnología va a generar una deshumanización en el desarrollo de los trabajos? Vamos hacia lo que llaman una distopia social, es decir, a una representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana? Las máquinas pueden sustituir nuestra humanidad? O pueden llegar a ser mejores que nosotros?
Estas preguntas fundamentales se vienen haciendo desde hace décadas. Ante la inminencia de los cambios que traerá el futuro, el séptimo arte en una película de Ridley Scott denominada Blade Runner nos sacudía y hacía estremecer con reflexiones inquietantes como: quienes somos, de dónde venimos, para dónde vamos? Cuánto tiempo nos queda en este mundo? En su momento, la película reflejaba la violencia, la soledad, la compañía, el amor, la muerte, la vida, el existencialismo, el miedo al tiempo, el frágil peldaño de la avaricia humana al construir seres artificiales, la crueldad, pero sobre todo, un mundo distópico que sucumbe ante el correr lento de las manecillas en el hundimiento de la vida humana.
Este cine de anticipación nos alertaba de lo que ya vemos, lo que nos absorberá indefectiblemente, porque el futuro ya está presente, está con nosotros.