Coinspirando

Opinión que desarrolla y construye paz

Creí que mis palabras querían decir lo mismo que las tuyas
Publicado: febrero 4, 2020

Por: Julio Galán

Que difícil son estos ejercicios de hablar, escuchar y comprender las palabras y a las otras personas. Tremendo ejercicio el que le corresponde a nuestra cabeza. Además, influida por el estado de ánimo que tengamos, la gana que le pongamos, lo que sepamos del tema que estemos trabajando y de cosas externas que influyen, como el ruido, si hace sol o llueve, el sitio donde estemos.

Muchas veces nos ha ocurrido que decimos algo queriendo decir otra cosa, o las palabras no nos salen para decir lo que queremos, a veces escuchamos cosas diferentes a las que se pronuncia o entendemos algo distinto a lo que dice quien habla. Otras veces creemos que lo que decimos es lo que la otra persona ha entendido o eso creemos.

¡¡Eso no se pierde, siga el camino por donde vea más pisadas!!

Bueno, seguramente esto nos ha ocurrido varias veces en estos y otros ejercicios de comunicación con las personas integrantes de las organizaciones con las que hoy, como profesionales del campo, nos relacionamos en búsqueda del desarrollo y la paz en estos 8 municipios de Las Hermosas – Tolima.

La anécdota ocurrió en el ejercicio de acompañamiento a la Junta Directiva de una asociación de la vereda La Fortaleza en el municipio de Ataco.

El sitio de reunión era la escuela de la vereda. Para llegar al salón donde nos esperaban los directivos, era necesario bajarse en el punto acordado de la carretera entre Santiago Pérez –único corregimiento del municipio- y Planadas. Allí, miembros de la asociación habían dispuesto una mula que nos llevaría camino abajo hasta una quebrada pequeña que a lomo de mula no generaba mayor inconveniente, para luego, tomar montaña arriba por la trocha que sirve para sacar la producción de las fincas de la zona. En caso contrario, el recorrido supondría 1 hora de camino a paso de los dominadores del territorio y a 3 horas mínimo, a paso del profesional de campo. Gracias al transporte animal, en cosa de 35 o 40 minutos, arribamos al sitio de encuentro.

Concluido el ejercicio de acompañamiento a la asociación y con el tiempo acosando para tomar el último transporte que me permitiera llegar a Santiago Pérez -rayaban las 5:00 p.m.-, me dieron las instrucciones para salir a la carretera, no me podían acompañar al regreso, porque implicaba doble recorrido para el acompañante; además, el dueño de la mula tendría que subir por lo menos otra hora camino al filo para llegar a casa. Las señas eran sencillas, comprensibles y entendibles tanto para ellos que manejan su territorio como para mí que creí haberlas entendido: Coja por este camino, es el único camino; vaya por donde vea más pisadas; hágalo rápido porque el carro está por pasar; por ahí no se pierde. Estamos pendientes que nos llame cuando llegue a la carretera.

Listo, sencillo. Tomé el camino afanosamente. Pendiente de donde veía más pisadas.

El único camino para ellos, eran muchos para mí, que además me podrían llevar múltiples sitios. Veía pisadas de mula por todas partes. El monte cerraba unos caminos y abría otros. La mula de regreso conoce su camino, al igual que quien me orientaba, en cambio yo de regreso, no tenía la memoria de la mula.

Llegando a la quebrada me aproximaría a la carretera, solo era seguir esa ruta. En la quebrada perdí el camino. Hora y media subí y bajé por esas lomas. Señal del camino… ninguna. De celular… menos. El monte espeso y cerrado. Orientación por el ruido de los carros, nada. Cada vez todo era más oscuro. Al fin, señal telefónica. Me comuniqué con los compañeros. Indicaciones nuevamente. Búsqueda de campo abierto. Y finalmente, la orientación para llegar a la carretera.

Todo esto, aprendizajes del trabajo con comunidad, con organizaciones sociales y, para este caso, con organizaciones productivas campesinas. Anecdótico, sí, pero para aprender.

Me trasmiten una información perfectamente clara para ellos, que conocen y manejan el territorio, el contexto y la información. Clara para mí, que la escucho sin interferencias y la entiendo en el momento, pero al ponerla en práctica no lo consigo. Es un ejercicio en ambas direcciones para el comunicar, el escuchar y el comprender.

Creí que tus palabras querían decir lo mismos que las mías.

Autor: Hugo Rincón González

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