Por: Hugo Rincón González
Hay territorios tristemente célebres por las huellas dejadas por la violencia que buscan dejar su pasado atrás, emprender caminos de convivencia y consolidar la paz; es el caso de la vereda Potosí en el municipio de Cajamarca, recordada por un hecho de violencia reseñado así por la página web de Rutas del Conflicto: “A las 9:30 de la noche del 10 de abril de 2004, una patrulla militar asesinó a cinco personas en la vereda Potosí, ubicada en el corregimiento Anaime en el municipio de Cajamarca, Tolima. Cuando los militares dispararon, los campesinos se desplazaban por un camino rural en un lugar llamado El Placer. De acuerdo con la Justicia, una persona que había quedado herida fue rematada a corta distancia.”
A esta vereda ubicada en los límites del páramo Anaime-Chilí a 2.850 metros sobre el nivel del mar, llegaron campesinos cundi-boyacenses, paisas, caqueteños y santandereanos hace varias décadas con el propósito de asentarse, vivir y producir. La región es de una enorme riqueza hídrica y paisajística, en sus suelos se cultiva mora de castilla, mora sin espinas, hortalizas, peras, brevas y también hay algo de ganadería lechera especialmente Normando y Holstein .
Conversando con estos campesinos organizados en Agrotuanaime, mientras se desarrollaba una escuela de campo promovida por la Alcaldía de Cajamarca, la Gobernación del Tolima y Tolipaz, además de los temas técnicos relacionados con las plagas y enfermedades del cultivo de la mora, surgieron otros aspectos como los procesos de poblamiento, el conflicto armado derivado de la presencia en el territorio de las Farc y la zozobra que se generaba en esa época aciaga por los posibles enfrentamientos entre los actores armados.
Uno de los asistentes refería la tragedia vivida en las épocas de la confrontación y hacía una importante valoración del acuerdo de paz entre el gobierno y las Farc que les permitió recuperar la tranquilidad en la zona. El derecho a la vida es fundamental y cuando este es garantizado por el estado se puede construir socialmente un territorio; la paz permite el fortalecimiento de las organizaciones sociales y productivas, lo mismo que el desarrollo de iniciativas económicas para el mejoramiento de los ingresos de las familias.
Una problemática enunciada tiene que ver con la casi inexistente presencia de jóvenes. Según los habitantes de Potosí, la juventud poco quiere saber de vivir y trabajar en el campo. Sin oportunidades de salir adelante y ante los efectos demostrativos de los grandes centros urbanos, optan por salir del territorio sin importar el futuro que vivirán sus padres al quedarse solos trabajando en sus predios; prefieren irse a trabajar de celadores o en la construcción antes que quedarse a arañar la tierra. Este es un fenómeno existente en la ruralidad del país que preocupa de gran manera: el campo se está envejeciendo sin mucha esperanza de una generación de relevo.
Potosí es una vereda promotora del cuidado del ambiente, han trabajado con Semillas de Agua y con recursos de cooperación internacional; realizaron siembra de árboles y promovieron cercas vivas lo mismo que el cercado con postes de plástico. Piensan en el cuidado del bosque y del páramo porque tienen claro el papel fundamental de este ecosistema como productor del agua que llega a los ríos Anaime y Coello.
“Hemos hecho mucho por el cuidado del ambiente pero nos preocupa la llegada de otras personas que han comprado tierra para sembrar aguacate Hass, tumbando monte sin tener en cuenta la importancia de este para la producción de agua. Potosí quiere seguir siendo un territorio productivo y en paz pero respetando el ambiente porque así nos beneficiamos todos y no solo unos pocos” terminó manifestándome el anfitrión de la escuela de campo.