El ambiente está que arde. La pugnacidad está in crescendo. Está visto que la lucha política democrática está en las calles, enfrentando a la oposición política y ciudadana vs las huestes que apoyan al gobierno de izquierda liderado por el presidente Gustavo Petro. Hay que decir que el espectro político del centro cada vez se inclina y se alinea con las posturas de la derecha y la extrema derecha. No era sino ver al candoroso profesor y excandidato presidencial Sergio Fajardo, marchando al unísono con las posturas más radicales y retardatarias que reivindican el regreso al poder de quienes han gobernado el país por siempre.
Ah! Y no podía faltar la candidata en ciernes a la presidencia: Claudia López. Está visto que ahora es una feroz opositora al gobierno progresista que ella ayudó a elegir. Sabe que debe cabalgar sobre la ola antigobiernista que se amplifica sin cesar por los medios masivos de comunicación en poder de grupos económicos poderosos. No obstante, parece estar en el peor de los mundos. La derecha y la extrema derecha no le perdona su labor de otrora como antiuribista y denunciante del paramilitarismo. La izquierda no la digiere en la medida en que la considera una oportunista de actitudes acomodaticias según se perfile la coyuntura. No será la candidata de la derecha ni de la izquierda y el centro se diluye cada vez más con posiciones más de derecha que de las progresistas.
Quedó demostrado que este gobierno protege la protesta ciudadana, a diferencia del gobierno de Duque, en donde la participación podría significar una agresión de la fuerza pública y a los jóvenes protestantes hasta la pérdida de la vida o de sus ojos. En la marcha del 21 de abril el tono de las consignas fue agresivo e incendiario. Además de fuera Petro, hubo otras de un calibre casi delincuencial: “Petro, en serio, te vas pal cementerio”. Con ese nivel de agresividad y peligrosidad lo que viene puede ser mucho más radical.
La oposición política y especialmente Cambio Radical y el Centro Democrático quieren hacer aparecer la marcha como si fuera una victoria de esos movimientos, no obstante, según varios analistas, el espectro de los participantes iba más allá de la cobertura de estos sectores.
Al seno del gobierno y del Pacto Histórico, hay matices interpretativos. Para el presidente Petro, la marcha no pasó de 250 mil personas protestando contra su gobierno, es decir no les da la importancia que la oposición quiere magnificar, mientras que otros miembros del Pacto y su administración, llaman a rectificar y promover el gran pacto nacional para no seguir escalando esta polarización que tiende a encenderse aún más.
Ahora viene la marcha promovida el 1 de mayo. Marchas y contramarchas. La del gobierno defiende sus reformas sociales que naufragan estruendosamente en el congreso. Veremos como afecta esta marcha del 21 el trámite de la reforma pensional que se discute y avanza en el Senado de la República. Seguramente vendrán más realinderamientos políticos en una campaña electoral para 2026 que sin duda ya arrancó.
El pulso continuará mientras dure este mandato del presidente Petro. Para la democracia el hecho de que haya movilizaciones políticas a favor y en contra del gobierno, la fortalece, sin embargo, es necesario promover realmente un acuerdo político para que la pugnacidad no derive en violencia política. El reto sigue ahí, o debatimos como sociedad civilizada o nos volvemos a los tiempos aciagos del asesinato aleve del contradictor político.
El desafío está en el tablero de la ciudadanía y las fuerzas políticas. La consigna de la reconciliación vuelve a tomar fuerza.