Las señales a nivel nacional con respecto a la paz son alentadoras.
Desde antes de la posesión del nuevo presidente, los principales grupos irregulares han venido manifestando su interés en dialogar con el gobierno recién llegado. Se habla claramente de retomar las conversaciones con el Eln en el mismo punto en que quedó suspendida en el mandato de Iván Duque. Ya hubo una delegación de alto nivel del gobierno en Cuba que ausculta los mecanismos para la retoma de estas conversaciones.
Se habla también de estructurar unas vías que vuelvan expeditas las conversaciones y el sometimiento según sea el caso con los diferentes actores armados. La prensa se ocupó de resaltar las desavenencias entre el ex fiscal Montealegre y el ex vicefiscal Perdomo por el diseño de la arquitectura más conveniente para tramitar estas negociaciones. Esto lo que demuestra es una gran voluntad política del gobierno del presidente Petro que sigue esbozando lineamientos de política para generar un clima de entendimiento y enfatizando el lema de “cambio por la vida”.
Este énfasis del respeto a la vida y a los derechos humanos lo ha manifestado enfáticamente con los miembros de la fuerza pública a los que les notificó que el gobierno evaluará los éxitos de este actor fundamental tasado en vidas salvadas y no en vidas perdidas por el fragor de la confrontación. La política cambió como la nueva cúpula que estará al frente de hacer posible el cumplimiento de este mandato. No más la nefasta teoría del enemigo interno generadora de tantas atrocidades.
Decía en anteriores columnas que en el Tolima debemos disponernos para participar en esta apuesta hacia la paz total. Se percibe un buen ambiente en los diferentes sectores políticos representados en el Congreso de la República. Importante será el compromiso de los senadores Barreto, de las representantes Olga Beatriz González y Martha Alfonso, lo mismo que los demás congresistas del departamento. Les propondría jalonar un evento importante con el Alto Comisionado de Paz y los presidentes del Senado y la Cámara para tratar claramente los temas del acuerdo nacional y el diálogo regional.
A nivel de sociedad civil debemos convocar a una cumbre de organizaciones sociales para escuchar las voces de las diferentes subregiones. Podría pensarse en promover esta dinámica retomando la propuesta existente de las provincias para generar una dinámica inclusiva y no solo del sur del Tolima como se dio en la negociación del gobierno con la ex guerrilla de las Farc. Estos encuentros pueden arrojar luces y propuestas concretas de las aspiraciones de las comunidades hacia un posible diálogo regional y para el Plan Nacional de Desarrollo que empieza a pedir pista y que esta vez no se debe circunscribir exclusivamente a oír a los sectores económicos y gremiales.
El diálogo a promover será inclusivo y los empresarios deberán aportar su grano de arena para avanzar en la construcción de la paz. Es para muchos de ellos claro que las empresas son viables y pueden crecer si tenemos una región tranquila. Sectores como el turismo, por mencionar alguno, dependen de la consolidación de unas condiciones de convivencia pacífica. Valdría la pena recoger lo iniciado en la coyuntura difícil de la pandemia cuando varios sectores gremiales le apostaron a la construcción de una agenda social para garantizar la armonía de los diferentes sectores en el departamento.
Un rol especial deberá jugar el gobernador del departamento y su equipo. Si su lema es el Tolima nos une, llegó el momento de hacerlo realidad en la apuesta por la paz total. Con su talante conciliador y concertador, deberá estar jalonando también esta propuesta en unión de los diputados y actores clave como las iglesias y Tolipaz, una entidad constituida hace 19 años para trabajar en este propósito. El tema está en fase de despegue, subámonos ya a esta iniciativa.