Por: Hugo Rincón González
Que Colombia necesita una ampliación democrática nadie sensato lo discute. Es imperativo que surjan nuevas fuerzas en el escenario de participación política que se disputen los espacios existentes deliberando, discutiendo y generando propuestas alrededor de los enormes problemas existentes en la nación y en las regiones. Los partidos políticos que otrora tenían fronteras ideológicas claras, hoy se han vuelto grupos que no proponen maneras de organización de la sociedad y menos soluciones a las afugias de los ciudadanos y comunidades en los territorios.
Es necesario que hayan diferentes posturas y visiones que representen los diferentes intereses existentes en la sociedad y no solamente la de los grupos que históricamente han detentado el poder. Se requiere fortalecer el pluralismo político con otras voces, pero especialmente la de los tradicionalmente excluidos de las dinámicas del desarrollo. Todo esto fortalecería, consolidaría y cualificaría la democracia, haciéndola verdaderamente inclusiva y un aporte fundamental para la construcción de la paz.
Conviene que en la participación política se abran espacios para las organizaciones y movimientos sociales. Para ello se deben robustecer estas expresiones de la sociedad civil. No basta que existan y tengan posturas reivindicativas sociales sino también que den el salto a ser sujetos políticos. Es positivo escuchar sus voces, conocer sus intereses y además reconocer sus propuestas como aportes a la construcción de los territorios donde desarrollan sus actividades.
Dentro de estos sectores hay dos que deben ser particularmente promovidos y apoyados: Las mujeres y los jóvenes. Las primeras han enfrentado todo tipo de barreras sociales e institucionales para el ejercicio de la participación en política. Han tenido que luchar con históricas condiciones de exclusión. Son discriminadas y a pesar de existir en la actualidad una ley de cuotas para su participación en las listas de los partidos políticos, son tratadas como relleno en las mismas, buscando cumplir con una formalidad electoral, pero sin tener una real posibilidad de ser elegidas.
Los jóvenes son un sector que no se ha preocupado lo suficiente en la participación política. Han visto como los partidos políticos son dirigidos y controlados por adultos. Sus intereses han sido vulnerados por el clientelismo y la politiquería. Esta vulneración se demuestra con las cifras de desempleo, asesinato y estigmatización, en específico, en los jóvenes rurales. Si alguno de ellos explicita su interés de participar en una contienda electoral como candidato a una alcaldía u otro espacio de representación electoral le manifiestan que debe hacer cola detrás de los adultos generándose una gran desmotivación.
Esta situación sintéticamente presentada muestra la exclusión y vulneración de unos derechos de estos sectores importantes en cualquier democracia. En la próxima contienda electoral los jóvenes serán la población que mayor participación podría tener en dichas elecciones, más del 60% de los votantes serán menores de 35 años, lo que crea un escenario singular para la generación de cambios políticos en las regiones y el país a partir del 2022.
Es clave su formación sociopolítica, trabajar para que accedan a los conocimientos necesarios y participen en los escenarios de decisión, no pueden seguir al margen de las discusiones y de los procesos políticos que se avecinan. Ya en algunas dinámicas de fortalecimiento de competencias humanas promovidas por organizaciones de la sociedad civil como Tolipaz, han surgido aspirantes que han puesto sobre la mesa sus propuestas en beneficio de las comunidades, contando con su respaldo han garantizado su elección. Se requiere impulsar escuelas de formación ciudadana con una amplia participación de jóvenes y mujeres para que de allí emerjan nuevas lideresas y líderes que tengan la intención de disputar los escenarios de decisión.
Es el momento propicio para resaltar la necesidad de abrir espacios para jóvenes y mujeres en la democracia regional y nacional. Nuevas voces y anhelos de cambio. Nuevos deseos y sueños por convertir sus territorios y el país en referentes de desarrollo, paz, equidad, justicia e inclusión de de los tradicionalmente excluidos.