Este primero de mayo resurgieron con fuerza las movilizaciones en distintas ciudades del país sin ningún acto vandálico para reseñar por las garantías brindadas desde el gobierno nacional acogidas por los alcaldes y la fuerza pública. Con la certeza de que no habría la confrontación recurrente con el Esmad, los manifestantes se desbordaron en creatividad y alegría. Muchos de ellos señalaban en las entrevistas que esta fecha tan importante se diferenciaba de otras en años anteriores, por el hecho de tener ahora un gobierno elegido popularmente, con unas propuestas de reformas sociales que ellos apoyan y defienden.
Estas movilizaciones reseñadas por los medios de comunicación fueron importantes, sin embargo, la expectativa de la prensa, los analistas políticos y la ciudadanía en general se concentraba en el balconazo del presidente, todos esperaban su intervención. En un vibrante y emotivo discurso expresó: “Este lugar (el balcón) que queremos consolidar como un punto de comunicación sincera entre el gobierno y el pueblo colombiano”. Un escenario que fue usado en otro momento difícil de su carrera política, cuando fue destituido por el Procurador Ordoñez. En ese tiempo siendo alcalde de Bogotá defendió sus derechos políticos generando grandes movilizaciones.
La intervención del presidente Petro como era de esperarse atizó la polémica y el enfrentamiento pugnaz entre los defensores del statu quo y los seguidores del gobierno y su ambiciosa agenda de reformas sociales. Para los primeros en su discurso el primer mandatario se va contra todo y contra todos. Usan toda clase de adjetivos para descalificar sus mensajes. Le dicen populista y otras categorías insultantes porque según ellos, el gobierno quiere imponer a la fuerza su agenda legislativa. Refieren la división de poderes y le tienen pavor al llamamiento a la movilización social para defender las propuestas reformistas que hoy se discuten en el congreso.
Para los segundos, es la primera vez en los últimos años que hay un gobierno jugado por defender los intereses de los sectores excluidos y olvidados. Sienten que son gobierno y se identifican con las reformas sociales. Anhelan un mejoramiento de su calidad de vida e interpretan que el chantaje de los jefes de los partidos políticos era insostenible para el presidente. Están decididos a defender al gobierno con la movilización y la lucha social.
Si un líder se mide por el nivel de influencia con la ciudadanía y otros ámbitos, el presidente tiene esa capacidad. Es reconocido como tal en escenarios internacionales e incluso una prestigiosa revista lo destaca como una de las personalidades más influyentes del mundo. Petro llamó al pueblo trabajador y a los sectores excluidos a defender las reformas sociales, eso lo consideran como una herejía los partidos tradicionales y algunos medios. Para ellos el debate de las reformas debe hacerse a puerta cerrada en los salones del congreso sin pueblo que vigile y moleste.
La coyuntura política está que arde. Según las encuestas que quieren mostrarlo con una aprobación famélica del 35%, el presidente tiene un nivel de debilidad importante. Titulares y encuestas usadas para demoler su imagen versus el llamamiento al pueblo a defender el cambio a través de la movilización: “Necesitamos al pueblo colombiano, no nos dejen solos en estos palacios enormes y fríos. No nos dejen solos ante la jauría de los privilegiados, este es el momento de los cambios”, manifestó el primer mandatario.
El pulso está en desarrollo, por el bien de los excluidos es fundamental que las grandes reformas se aprueben. O se imponen los defensores de la desigualdad y la exclusión, o se logran los cambios tan largamente esperados para las mayorías. Otra vez la disputa entre el país político y el país nacional, la diferencia es que hoy gobierna una opción progresista.
HUGO RINCÓN GONZÁLEZ