Por: Carlos Carvajal
Recorriendo un pedazo de nuestro Tolima, los llevaré a un hermoso municipio ubicado al sur del departamento. Para llegar, partiendo desde Ibagué debemos tomar la ruta 40 hacia el sur oriente, después de pasar el peaje, tomando el nuevo viaducto II, inaugurado el mes de febrero y cuyo “nombre” es igual al municipio que con su magnífica obra, suprime económicamente, Gualanday.
A tan solo treinta minutos de iniciar el recorrido podemos realizar la primera parada en el corregimiento de Chicoral, tomar un tradicional salpicón con helado, bebida que nos refresca y prepara para atravesar el municipio del Espinal, cuya temperatura promedio oscila entre los 27º y 30º, donde se produce la mejor lechona del departamento.
Realizamos un giro a la derecha para tomar la variante que conduce a Neiva. Mientras observamos los grandes llanos que forman los cultivos de arroz. El próximo desvió nos lleva al municipio del Guamo, conocido tradicionalmente por la Chamba, sector dedicado a la producción de artesanías hechas de barro. Atravesando el municipio tomamos la ruta 36, cruzamos el río Cucuana antes de ingresar a Ortega, uno de los mas grandes por extensión de tierra del departamento y con una población aproximada de 34.000 habitantes.
Después de girar varias veces a derecha e izquierda, llegamos a uno de los municipios mas reconocidos en el Tolima, incluso según cuenta la historia colombiana cuna de presidentes: Chaparral, que pareciera ser la capital sur del departamento y la puerta de ingreso al tan importante Parque Natural de Las Hermosas; será nuestro el ultimo municipio antes de llegar a nuestro destino.
Saliendo camino al Parque Natural de Las Hermosas encontramos una carretera actualmente en reconstrucción, donde iniciamos la travesía final subiendo de los 900 a los casi 1.500 m.s.n.m. Transitando la vía visualizamos varios afluentes que alimentan unos hermosos paisajes cargados de verde, los cuales le dan vida a la población que habita el municipio que esta vez se convierte en nuestra parada final.
Al llegar, encontramos el municipio de San Antonio de Calarma, con su aproximado de 13.000 habitantes según fuentes del DANE, de gran tradición campesina y una considerable población indígena. San Antonio, nos ofrece siempre una sonrisa, sus pobladores quienes a pesar de vivir de primera mano el conflicto armado, siguen trabajando día a día esforzándose para hacer de su municipio un espacio cada día mas placentero.
Podemos dirigirnos a una de las esquinas de su parque central para probar los tan conocidos pandebonos y almojábanas que vende una muy amable señora desde las 4 de la mañana, acompañarlos con un exquisito café, fruto altamente cultivado en toda la región y el cual presenta reconocimientos nacionales por su calidad. Llevo varios meses, compartiendo y conociendo los sanantonianos, gente pujante orgullosa de ser tolimense, con necesidades como todos, pero con una energía inmensa que les permite soñar para construir desde su municipio el departamento que todos queremos.