Luego del alborozo de la administración municipal de Ibagué por la inauguración de la calle 103, vino el reclamo de la comunidad por lo que ellos consideraron una “chambonada”. Según las denuncias, la flamante vía tiene ausencia de algunos andenes, empozamientos de agua y calles pendientes por pavimentar, entre otras. Sin embargo, más allá de estas críticas legítimas en una obra tan esperada para mejorar la conectividad entre las comunas 6, 7 y 8 de Ibagué, quiero llamar la atención y reivindicar esta obra como una propuesta clave surgida de un ejercicio de planeación participativa de las comunas referidas con el acompañamiento en su momento de la Fundación Social.
En una región como la nuestra donde los procesos sociales serios brillan por su ausencia, conviene hacer un recorderis de una dinámica colectiva que permitió la construcción participativa de una Agenda Intercomunal del Desarrollo. La historia comenzó en los últimos años de la década de los noventa con la formulación del primer Plan de Desarrollo en la Comuna 8 de Ibagué. Una comuna convulsa socialmente, un territorio con impactantes problemas sociales, le apostó a una movilización ciudadana para pensar su futuro y convertirse en un lugar de buenos vecinos con propuestas coherentes y consistentes.
Ulterior a este ejercicio, se empezaron a generar otros procesos de planeación participativa en la zona urbana y rural de Ibagué. En los cerros del norte de la ciudad, en un ecosistema estratégico del entorno urbano, la Corporación Ambiente y Desarrollo, en el año 2000, con recursos de cooperación internacional formuló el Plan de Manejo de los Cerros del Norte, que muchos años después, hacia el 2017 derivó en la constitución por parte de Cortolima, de un distrito de suelos como figura de conservación para más de 10 mil hectáreas.
Esta dinámica de planeación participativa se replicó en las comunas 6, 7 y 9 dando origen a planes participativos que en su momento fueron gestionados con los alcaldes de turno. El cénit de esta dinámica participativa se dio con el ejercicio inédito en la primera década del nuevo siglo, en la cual el ámbito comunal se amplió a uno intercomunal, dando origen a un proceso que derivó en una Agenda Intercomunal de Desarrollo en las comunas 6, 7 y 8.
Esta Agenda Intercomunal reflexionó sobre problemas aún vigentes como el deterioro y la escasa malla vial que dificulta la movilidad y la conectividad entre estas comunas. Fruto del análisis de estas problemáticas surgió como propuesta el mejoramiento de la transversal 103 como proyecto a ejecutarse y, algo fundamental como el fortalecimiento de condiciones para el ejercicio de actividades como el turismo, pensando en la vecindad con el corregimiento de San Bernardo.
En su momento las administraciones municipales poca atención le concedieron a esta iniciativa territorial de estas 3 comunas, pues lo habitual es una planeación pensada y formulada desde los técnicos, sin embargo, las organizaciones de estos territorios no cesaron en su propósito de jalonar estas propuestas y aunque no fue fácil, varias de ellas hoy se hacen realidad.
Fortalecer la planeación participativa debería ser un propósito de los gobernantes, no tenerle miedo a la democracia, ni a construir una relación que no sea clientelar con sus gobernados. El ejemplo de la 103 es una muestra que las comunidades pueden soñar e imaginar un mejor futuro, por ello más que una felicitación para un alcalde, es bueno reconocer la labor abnegada de líderes y lideresas que con sincera dedicación construyeron propuestas como esta que con su ejecución mejoran y dignifican la calidad de vida de las gentes de un territorio que ha creído que con la participación todo puede mejorar.